Como un trago de café exprés a una resaca recesionaria, las noticias de que el agente libre más buscado de la NBA está “trayendo mi talento a South Beach” creó el viernes una alegría instantánea para los promotores del turismo, los hoteles y otros que esperan ganar cuando las estrellas lleguen en tropel a Miami.
Llámelo el aura de LeBron James, alguien que trae consigo la distinción y elegancia de las celebridades dentro y fuera del juego, y la posibilidad de un ingreso de dólares frescos.
‘’LeBron no es sólo un jugador de baloncesto, es una marca, y esa marca es sólida en todo el mundo”, comentó el contador Tony Argiz, socio de la firma Morrison, Brown, Argiz y Ferra.
Argiz lanzó un estimado del impacto económico entre $500 a $600 millones, basado en el aumento de valor de la franquicia del Miami Heat, las casas multimillonarias que se espera compren Bosh y James, y el bono potencial de varias series de playoff en Miami durante los próximos cinco años.
Neisen Kasdin, abogado y ex alcalde de Miami Beach, dijo que él piensa que la triple jugada del Heat podría ser más significativa para la ciudad que el estadio de los Marlins que se construye actualmente en la Pequeña Habana.
“Esto tendrá algo del efecto Art Basel en Miami”, comentó Kasdin, refiriéndose al desarrollo cultural y empresarial que estimula la muy exitosa feria. “Tienes un acontecimiento que atrae la atención mundial hacia la comunidad en una forma que hace que la gente quiera invertir”.
Ese tipo de impacto económico real toma años. Pero ya el viernes, el Efecto LeBron se mostraba tanto en el downtown, como en Miami Beach, donde pequeños hoteles como el Gansevoort South, el Shore Club y el Sagamore pueden aprovecharse del estímulo.
James se refugió durante la noche en una de las 25 habitaciones que rentó en el W Hotel en South Beach. El equipo de reservaciones en el Fontainbleau Resort estaba muy ocupado con preguntas sobre los precios de paquetes que incluyeran entradas para el Heat y había recibido “numerosas solicitudes” de agentes deportivos para realizar eventos en las cabañas, restaurantes y centros nocturnos del centro turístico, dijo su presidente y gerente general John Rolfs.
“No se pudo haber programado mejor”, manifestó William Talbert III, gerente general de la Oficina de Convenciones y Visitantes del Gran Miami.
Las firmas de los jugadores trajeron una inmediato aumento en la cobertura de prensa. ‘‘Miren lo que pasó en las últimas 24 horas”, comentó el especialista en relaciones públicas Tadd Schwartz, quien promomueve el downtown. “Hemos pasado el último año hablando sobre la crisis de los condominios, los cierres hipotecarios y el derrame de petróleo. Durante las pasadas 48 horas, todo eso ha cambiado. Ahora hablamos de LeBron y de lo que eso trae”.
Myles Chefetz, el magnate de los restaurantes de South Beach, como Prime 112, informó que recibió una enorme cantidad de mensajes de texto de atletas profesionales, locutores deportivos y clientes regulares que deseaban asegurarse de que todavía podían tener una mesa en el Prime 112, el lugar favorito de las celebridades deportivas y desde donde D-Wade observó el programa del jueves por la noche de James nacionalmente transmitido por ESPN.
Es en lugares como Prime 112 donde prospera la conexión de celebridades de la NBA y los que se encargan de la hospitalidad se frotan las manos de que el Heat pueda impulsar la playa y desarrollar un escenario en el downton alejado de la terca crisis económica.
Luis Oliver, un ex safety de los Dolphins de Miami que ahora promueve eventos sociales que atraen atletas profesionales, gustaba del ambiente de la Playa durante la década de 1990, cuando llegó a la estratósfera como centro internacional de fiestas.
“Tenías que hacer reservaciones meses por adelantado para ir a … los lugares más exclusivos”, recordó Oliver. “Me gustaba todo, desde los hoteles hasta los taxis”.
“Será lo mismo que sucedió en los días de Madonna”, predijo Terry Zarikian, director de desarrollo de productos para China Grill Management.
“Los jugadores se ven atraídos por cosas relacionadas con Miami Beach, South Beach”, destacó Dres Rosenhaus, basado en Miami Beach y el principal agente de jugadores de la National Football League. “Me he visto inundado con llamadas telefónicas de clientes. Ellos no sólo desean ir a los juegos, sino también a las reuniones, a las compras y a los restaurantes”.
Los beneficios podrían ser importantes para el creciente escenario restaurantero en el Midtown y en el Distrito del Diseño en Miami. Los fanáticos del Heat ya van en tropel a Sra Martinez, el espacio casual a la última moda en el Distrito del Diseño, propiedad de la superchef Michelle Bernstein.
“Tenemos personas que vienen antes y después de los juegos del Heat, y estamos seguros de que esto va a traer más personas”, dijo el administrador Jorge Anaya-López. “Si ellos realmente comienzan a ganar seguido, veremos más camisetas y jerseys aquí en las noches de los juegos”.
El Efecto Lebron se mostró el viernes en formas grandes y pequeñas – incluso llevando un poco de energía al mercado inmobiliario. Edgardo Defortuna, de Fortune International Realty, dijo que recibió llamadas telefónicas de fanáticos en Brasil, Venezuela y Argentina, incluyendo un argentino que le dijo que compartía un apartamento en el Icon, en el downtown de Miami, si de Fortuna le podía conseguir entradas para el Heat.
El agente Penni Chasens, de Cervera Realty, dijo que la mudada de LeBron convenció a un comprador de poner $100,000 para firmar un trato de $1 millón por un condominio en el Marquis, cerca de la American Airlines Arena.
Las tiendas Wal-Mart del Sur de la Florida anunciaron que tendrían jerseys de LeBron James a partir del sábado en tiendas selectas, cuyos precios comenzarían en $14.
En el Shake Shack, en Miami Beach, ya se encontraba en el menú el “Le-Brat James” (la salchicha llamada bratwurst hecha a la parrila con “Heat” [picante] de cebollas hervidas a fuego lento en Tabasco). Con su precio en $5,75, era mucho más asequible para los turistas regulares que los precios en Prime 112, donde el vendedor de autos John Grondin, de Garrettsville, Ohio, y su esposa, una maestra, consumían asombrados unas hamburguesas de Kobe a $30 y un porterhouse para dos de $88.
Por DAVID J. NEAL, MIKE VASQUEZ, ELAINE WALKER y JANE WOOLDRIDGE
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